lunes, 25 de febrero de 2008

El pueblo Muisca

Éramos dioses y nos volvieron esclavos.
Éramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata.

Éramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras.
Éramos felices y nos civilizaron.
Quién refrescará la memoria de la tribu.
Quién revivirá nuestros dioses.
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya,
querida alma inamansable.

Gonzalo Arango (1931-1976)

Los Muiscas
Muisca es el pueblo indígena que habitó el Altiplano Cundiboyacense colombiano, por lo menos desde el siglo VI ad.C. hasta la conquista española en el siglo XVI, miles de cuyos descendientes directos aún viven en localidades del distrito de Bogotá como Suba y Bosa, y en municipios vecinos como Cota, Chía y Sesquilé. Y cuyos descendientes meztizos conforman gran parte de la población colombiana actual que habita la cordillera oriental. :: Ver más ::

Mantas Muiscas
Bochica, dios civilizador, quien llegó por el páramo de Chingaza montado en un extraño animal; venía a enseñar la moral, las ciencias y las artes; les enseñó a hilar algodón, a tejer mantas y les dejaba pintados los telares en las piedras para que no olvidaran lo que les había enseñado. :: Ver más ::

Minas de oro y plata en territorio Muisca
El estudio de la Historia Precolombina colombiana ha traído muchas sorpresas a quienes se han dedicado a ella. Muchos historiadores, arqueólogos, etnólogos, antropólogos y copiadores de los cronistas han tratado de explicar el complejo cultural muisca. :: Ver más ::

Los tunjos Muiscas
Los aspectos generales de la sociedad muisca y el significado de los tunjos, se han inferido a partir de las crónicas y los archivos de la conquista; desde allí se ha intentado reconstruir la vida de los muiscas y el significado y función de su cultura material. :: Ver más ::

Los Muiscas

Los muiscas pertenecen a la familia lingüística de los chibchas, y éste constituye su nombre alterno. Aunque actualmente no hay hablantes de muisca, lengua tradicional de la familia chibcha, entre los habitantes de la región se conservan algunos elementos lingüísticos, en su mayoría vocablos y apellidos.

Se localizan en los municipios de Cota, Chía, Tenjo, Suba, Engativá, Tocancipá, Ganchacipá y Ubaté, en la región andina central de la cordillera Oriental. En parte de este territorio se encuentra hoy la capital de Colombia, Bogotá. Su población estimada, sólo para los que habitan en el municipio de Cota, es de 1.859 personas. Actualmente se reclaman como muisca cerca de 12.000 personas ubicadas en Bosa, Suba, Chía, Gachancipá, Tocancipá y Sesquilé.

El resguardo de Cota fue disuelto en 1841 y reconstituido nuevamente en 1876 por medio de la compra de las tierras. Hoy en día, la mayor parte de la población muisca se concentra en el municipio de Cota, cuyo resguardo, denominado con el mismo nombre, fue disuelto por el Incora en el 2001.

Hoy, se encuentran asentamientos dispersos de poblaciones a lo largo del territorio que reclaman su condición étnica. Muchos de los elementos culturales de tradición muisca se conservan en las comunidades campesinas de Boyacá y Cundinamarca.

Desafortunadamente, el pueblo Muisca experimentó un fuerte proceso de aculturación, reflejado en la pérdida de aspectos formales de la cultura. En la actualidad, algunos pobladores luchan por tratar de recuperar algunas de las tradiciones y concepciones del mundo, en un proceso que busca que la comunidad vuelva a tener el esplendor del pasado.

La vivienda muisca presenta una estructura que ha incorporado los elementos tradicionales de la vivienda occidental. Desde esa perspectiva, la vivienda presenta una forma de escuadra, con cuartos y cocina completamente independientes, y paredes en material.

Los muisca continúan organizados en torno al cabildo con un gobernador elegido colectivamente. El acceso a la tierra se legitima mediante el reconocimiento de lazos de consanguinidad respecto a los fundadores de los resguardos coloniales y republicanos.
Muchos de ellos se dedican, actualmente, a la agricultura de maíz, a la ganadería y a otras actividades complementarias, como el trabajo en la construcción y en la educación.

Adaptado de: http://www.todacolombia.com

Mantas Muiscas

Los tejidos muiscas ocupan un lugar importante entre los textiles precolombinos colombianos y, sus mantas pintadas, un lugar único y relevante entre los de la región andina, desafortunadamente son más escasos y en su mayoría han llegado hasta los museos colombianos sin documentación respecto a su hallazgo; algunos vienen de cuevas en los páramos y tal vez de santuarios según relatos de cronistas y datos de archivo; según esas fuentes, las mantas muiscas eran de tres clases:

Mantas "de la marca", utilizadas por personas de alto rango, eran cuadradas, bien tejidas, con algodón hilado muy fino, podían ser pintadas blancas, coloradas y negras; estas últimas posiblemente las vistieron los sacerdotes.

Mantas buenas, similares a las "de la marca"

Mantas chingamanales, llamadas también chinas o comunes, eran más pequeñas y utilizadas por los indios comunes; la elaboración de la fibra era descuidada pues el hilo estaba mal torcido y la técnica de manufactura o tejido no era la mejor.

Los muiscas emplearon para tejer fibras vegetales como el algodón y el fique o henequén. El primero lo usaron principalmente para la fabricación de mantas y el segundo para cuerdas y mochilas. En el proceso del hilado para la elaboración de la fibra, utilizaron husos cuyos volantes eran de piedra, generalmente oscura, con diseños incisos geométricos o zoomorfos con los que produjeron hilos muy finos, resistentes y de excelente calidad. A lo largo de todos los Andes Suramericanos, desde la época precolombina se han hilado fibras blandas y suaves como el algodón y la lana de camélido americano con la ayuda de volantes de huso de formas similares; esta tradición aún permanece en las comunidades indígenas y campesinas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.

Los muiscas, al igual que los otros pueblos de la región andina, desarrollaron la tintorería, y, para darle color a sus mantas, usaron colorantes y pigmentos naturales de origen vegetal y minera. En las mantas, introdujeron hilos de urdimbre tinturados generalmente de color marrón oscuro formando rayas angostas las cuales en algunos casos limitaban el espacio donde se pintaba la tela.

Una de las pocas referencias de los telares muiscas, es el famoso mito muisca de Bochica tan citado en las crónicas, quien como dios civilizador, llegó por el páramo de Chingaza montado en un extraño animal; venía a enseñar la moral, las ciencias y las artes; les enseñó a hilar algodón, a tejer mantas y les dejaba pintados los telares en las piedras para que no olvidaran lo que les había enseñado.

Minas de oro y plata en territorio Muisca

El estudio de la Historia Precolombina colombiana ha traído muchas sorpresas a quienes se han dedicado a ella. Muchos historiadores, arqueólogos, etnólogos, antropólogos y copiadores de los cronistas han tratado de explicar el complejo cultural muisca.

Ha sido tradicional hablar de la inexistencia de minas de oro y plata en el territorio muisca. Todos los cronistas dejaron información sobre la gran cantidad de oro que fue "rescatada a los naturales" del altiplano cundiboyacense colombiano, representado en adornos tales como pectorales, narigueras, orejeras, ajorcas, brazaletes, collares, patenas, coronas, diademas, láminas musicales, campanillas, etc., o en ofrendas que se hacían a los dioses por mediación de los jeques. Esto sin mencionar los famoso tunjos que eran la ofrenda preferida por algunos dioses y son las piezas de orfebrería más representativas de esta cultura.

En pocas palabras se puede afirmar que no hubo acto social y particular significativo en la vida de los muiscas que no fuera representado por sus artistas en materias moldeables por ellos como el oro, el cobre, la piedra, la madera, la arcilla, el algodón, etc. Todos estos materiales, excepto el oro, se encontraban en su territorio, según la opinión generalizada de los eruditos, pues el oro que tenían los muiscas a la llegada de los conquistadores españoles y alemanes era "oro de rescate" es decir, obtenido por el comercio con las tribus vecinas a cambio de sal, mantas y otros productos del altiplano.

Sin embargo desde los tiempos de Jiménez de Quesada, existía la duda sobre la existencia de minas de oro en territorio muisca. Aquellos que dudaban fundan su razón diciendo que, "venir tanto oro a esta tierra por solos rescates o trueques es imposible".

Jose Rozo Gauta, Profesor Universidad de Antioquia

Los tunjos Muiscas

Los aspectos generales de la sociedad muisca y el significado de los tunjos, se han inferido a partir de las crónicas y los archivos de la conquista; desde allí se ha intentado reconstruir la vida de los muiscas y el significado y función de su cultura material. El hecho de escoger la crónica como género para registrar los acontecimientos de la conquista tiene implicaciones profundas en la forma como fue vista y descrita la sociedad muisca, al punto de resultar distinta según cada texto. La mirada es profundamente etnocéntrica y la descripción de los acontecimientos, las cosas, personajes, actividades, prácticas políticas y religiosas, muestra una carencia de conceptos adecuados para distinguir una sociedad diferente, donde solo se relevan los hechos de los que los cronistas consideraron "grandes" desde su mentalidad. Enfrentamos entonces la dificultad de estudiar sociedades indígenas que no se describieron a sí mismas y que sólo podemos conocer a través de los ojos de otra cultura.

Los tunjos han sido considerados por los investigadores de la cultura muisca como figuras "votivas" o "ex-votos", es decir, objetos elaborados para ser ofrendados a los dioses, asociados a peticiones hechas por los individuos por intermedio de los jeques o sacerdotes; también se ha sugerido que representan a quien hace la ofrenda:

Otro hecho que dificulta las interpretaciones de las que pueden ser objeto las piezas conservadas en los museos radica en la gran cantidad de casos en los que no se conoce su procedencia real, de allí que sea difícil relacionarlas con sus funciones. Para nuestro caso se generan contradicciones pues los tunjos se han hallado tanto en gazofilacios y urnas ofrendatorias, como en sitios abiertos, páramos y lagunas, considerados como contextos ceremoniales, así como en contextos domésticos, cuevas, lugares de vivienda, y unas pocas veces en lugares de entierro.

Estos objetos no tienen ni voces ni palabras pero guardan todo un significado que puede ser determinado no solo a partir de su utilización, sino también desde lo que pueden simbolizar, dando igual importancia a lo social, simbólico e ideológico y no exclusivamente a lo funcional.


Tomado de Castro Sánchez, Ana María. 2005. El género como expresión simbólica. Un estudio iconográfico sobre los tunjos muiscas. Boletín Museo del Oro, No. 53. Bogotá: Banco de la República.

lunes, 18 de febrero de 2008

Especial pueblo Tune o Cuna y sus molas

Los indígenas TULE, como se enominan ellos mismos y que quiere decir "gente", son conocidos como LOS CUNA en lo amplio de la geografía Americana, pertenecen a la familia lingüística Chibcha, su origen es en el cerro de "TAKARCUNA", como lo dice su tradición, localizado en la reserva indígena de Arquía en el Departamento del Chocó y vecino del país de Panamá.

Las molas del pueblo Tule o Cuna nacen hace muchos años cuando la diosa india, Kabayaí, les enseñó a las mujeres de la comunidad el oficio de tejer sus vestidos con la idea de crear una prenda diferente e irrepetible. Desde aquel entonces, las mujeres Tule o Cunas conservan esta tradición, visten sus molas toda la vida y con ellas se hunden en la tierra, cuando llega la muerte. :: Ver más ::




El mundo Tule se hace moda
Móla es, en lengua Tule, blusa de mujer. Pero esta artesanía se aplica al vestuario y los accesorios de ambos sexos. :: Ver más ::


La mola: Creatividad y abstracción Cuna
Esta monografía es un aporte concreto al conocimiento de nuestro patrimonio textil vivo, siendo la móla no sólo una expresión plástica representativa, sino también una identidad cultural manifestada a través de la creatividad y abstracción del entorno y de la vida cotidiana de la comunidad Cuna. :: Ver más ::


Surba Inna: Rito de iniciación femenina en la cultura Cuna - Tule
En este ritual ceremonial de la Surba Inna, hay dos momentos básicos: el primero narrado por Nevaquiriadi (que en el lenguaje Cuna quiere decir "madre del temblor") mujer Cuna-Tule habitante de la reserva indígena del caimán. El segundo momento, la fiesta ceremonial. :: Ver más ::


Tule: La revolución y la controversia política
Dentro de la historia política de los Cunas, no puede dejar de mencionarse la revolución de Tule, rebelión que surgió como una reacción necesaria para proteger los bienes económicos del grupo así como su patrimonio cultural. :: Ver más ::


Grupo étnico indigena: Tule o Cuna
Ubicación geográfica, población, lengua, etnohistoria, cultura, vivienda, organización socio-política y sistema de producción del pueblo Tule o Cuna. :: Ver más ::

Pueblo Tune o Cuna y sus molas

Los indígenas TULE, como se enominan ellos mismos y que quiere decir "gente", son conocidos como LOS CUNA en lo amplio de la geografía Americana, pertenecen a la familia lingüística Chibcha, su origen es en el cerro de "TAKARCUNA", como lo dice su tradición, localizado en la reserva indígena de Arquía en el Departamento del Chocó y vecino del país de Panamá.

A partir de la mitad del siglo pasado han venido emigrando para ocupar actualmente el territorio del golfo de Urabá en Colombia en donde tienen sus asentamientos en la reserva indígena llamada EL CAIMAN, la cual a su vez está conformada por tres sitios conocidos como; el caimán nuevo, en la costa Atlántica, el caimán medio, arriba en la serranía y el caimán alto, en la tupida selva (Departamento de Antioquia) en ARQUIA (Departamento del Chocó) y en el Archipiélago de San Blas en Panamá.

Durante el siglo XVII mantuvieron múltiples enfrentamientos con sus vecinos meridionales, los Emberá-Catío, por conflictos de tierras, (Morales Gómez, 1992). En la colonia, los Cunas desempeñaron un papel muy importante como comerciantes, suministraban: cacao, coco, maíz, raicilla, plantas medicinales como la corteza de quina, tagua, ipecacuana y pieles de mamíferos como el tigre, los osos, las nutrias, y carne de animales montunos, peces y tortugas, a comerciantes europeos principalmente ingleses, escoceses y franceses, recibiendo a cambio: armas de fuego, pólvora, herramientas de trabajo, vestidos usados, y adornos de cuentas de vidrio, como también espejos y cosméticos. Fue tan destacada la actividad comercial de los aborígenes, que en el siglo XVII se estableció una compañía escocesa dedicada a llevar a Europa lo suministrado por los Cunas, pero la compañía debió abandonar sus operaciones ante los ataques de los españoles, franceses y piratas ingleses.

A partir de 1850, los indígenas, presionados por los movimientos de colonización de sus tierras emprendidos por emigrantes del interior del país entre ellos buscadores de oro, explotadores de selvas, comerciantes y aún prófugos de la justicia, buscaron refugio en lo alto de las cabeceras de los ríos y en lo impenetrable de las selvas del litoral atlántico en el golfo de Urabá en Colombia como en el archipiélago de San Blas, y en las islas de Ailigandi, Ustupu, Achutupu, etc.

En el año de 1925 la insurrección Cuna en Panamá, proclamó la República Independiente de Tule, la rebelión surgió como una reacción necesaria para proteger los bienes económicos del grupo así como su patrimonio cultural haciendo una sola nación que comparte los dos países como son Colombia y Panamá en donde tienen sus actuales reservas indígenas gobernadas y regidas por sus caciques y sus leyes.

Las molas del pueblo Tule o Cuna nacen hace muchos años cuando la diosa india, Kabayaí, les enseñó a las mujeres de la comunidad el oficio de tejer sus vestidos con la idea de crear una prenda diferente e irrepetible. Desde aquel entonces, las mujeres Tule o Cunas conservan esta tradición, visten sus molas toda la vida y con ellas se hunden en la tierra, cuando llega la muerte.

El origen de las molas proviene de la pintura del cuerpo (tatuajes) que luego fue transferida a la tela. Las molas representan el pensamiento cosmogónico, una visión gráfica del mundo lleno de colorido y pleno del significado antropomorfo y zoomorfo de esta cultura indígena. Las llamativas y coloridas figuras geométricas pintan escenas mitológicas, la creación del mundo, flora y fauna de la región.

El mundo Tule se hace moda

Móla es, en lengua Tule, blusa de mujer. Pero esta artesanía se aplica al vestuario y los accesorios de ambos sexos.

Cuando Jobita González, la presidenta de la Asociación de Mujeres Artesanas del Pueblo Tule, Amaitule, visitó Medellín, Maribel Gordillo Correa la llevó a las tiendas de molas de la ciudad. Al fin de cuentas en su comunidad, Caimán Nuevo, de Necoclí, muchas de las mujeres que representa se dedican a la fabricación de estos elementos.

Celebró la prolijidad de artículos en los que se aplican las molas: cuadros decorativos, bolsos, billeteras, monederas, cinturones, balacas, blusas femeninas y hasta camisas de hombre. Celebró todo esto, aunque nada resultara desconocido para ella; ni siquiera las prendas masculinas, a pesar de que entre los Tule o Cuna (situados en Caimán Nuevo -Necoclí-, y en los lados chocoano y panameño del Darién) los hombres no lleven molas. Esta expresión significa blusa, es decir, la prenda superior del vestuario de las mujeres -no solo de las mujeres tules, sino de las demás, a quienes ellas llaman libres-.

Jobita lamentó que los fabricantes de calzado fraccionaran las molas según las formas de la capellada. ¡Cortar una artesanía, que es única e irrepetible! Y comentó que deberían encargar más bien a las mujeres que hagan molas pequeñas, casi minimalistas, que se ajusten a esas formas, en lugar de cometer semejante sacrilegio.

Esos comentarios fueron anotados por su acompañante, Maribel Gordillo Correa, estudiante de Artes de la Universidad de Antioquia, quien aspira graduarse con una tesis acerca de las molas en la industria de la moda.

Empezó ese estudio hace unos meses, con la idea de que los Tules seguro estaban molestos por el uso comercial de las molas (que por extensión se le llama a las manualidades sobre tela que hacen las mujeres tules), sabiendo que estas artesanías han representado ancestralmente el mundo mítico de esa nación aborigen. Que las mujeres representan en ellas su mundo, su entorno. Pero en su visita a Caimán Nuevo, el resguardo situado en Necoclí, se encontró con lo contrario: ese pueblo está contento de que las molas sean reconocidas y tengan el comercio, pues constituye una forma importante de ingresos.

Las molas son figuras de tela sobre tela. Se dice que las mujeres las han elaborado desde el siglo XIX y en ellas han representado su paisaje, su entorno, rodeado de figuras geométricas y siempre en colores vistosos en los que el negro y el rojo son predominantes.

Según Maribel, para esta nación del noroccidente del país, esos dos colores tienen originalmente un sentido mágico: el rojo protege a las personas de la enfermedad; el negro, de los malos espíritus. Dichas geometrías y colores también se ven en las manillas y tobilleras de chaquira que ellas fabrican.

Y en cuanto a las figuras, especialmente animales, plantas, ríos, aspectos del paisaje, de su cosmogonía y mitología. Por supuesto que todo esto ha cambiado con el tiempo. Hasta hace medio siglo era fácil encontrar los micos en los árboles cercanos, los cuales incluso hacían parte de su dieta alimenticia. Pero hoy estos animales, y otros como las guacamayas, se han ido extinguiendo y habitan más en las historias de los mayores. Las mujeres artesanas representan peces, patos, tortugas, árboles... y hasta a Pokemón, el personaje de las aventuras infantiles de televisión, y helicópteros de guerra, pues todo esto hace parte de su entorno. Hasta la escena de san José, la Virgen María y el Niño Jesús en el pesebre llegan a representar, puesto que la aculturación y, dentro de ésta, la evangelización, ha sido fuerte en esas comunidades. Pero claro, siguen primando las figuras alusivas a la Naturaleza.

"Me di cuenta de que yo era romántica -cuenta Maribel-. Las mujeres tules, están felices con el mercado. Si primero trabajaban sólo en telas de fibras naturales, hoy hacen las molas hasta en vestidos de baño de lycra".

A veces se ven molas en que las figuras se duplican. Esta duplicidad obedece a la búsqueda de un equilibrio visual que las artesanas quieren lograr en sus obras.

Otro que también se mortifica con el fraccionamiento de las molas en la fabricación de zapatos es Andrés Hincapié. Artesano y comerciante. Con su hermano, Carlos Mario, provee de objetos tules la tienda de la Mola del Museo de Antioquia. Él sufre con el corte que hacen de las molas, pues en veinte años ha aprendido a amarlas y hasta colecciona las raras o las de más laboriosa elaboración. "Las molas tienen varias propiedades: su geometría produce un efecto óptico de movimiento, profundidad y tridimensionalidad".

No conoce a los Cuna o Tule de Necoclí, sino a los de Sapsurro e Islas de San Blas. Los dos hermanos llevan hasta allá prendas enteras o piezas cortadas, para que las artesanas cosan la mola en ella misma. Fabrican camisas de hombre y mujer desde hace diez años y accesorios desde el 2005. Andrés se duele con la partición de las molas para los zapatos, pero se aguanta, porque "el calzado tiene buena salida".

Las molas, pues, tienen su apogeo. Ahora la reina de Antioquia, María Antonia Moncada, obtuvo el premio al mejor traje, con un vestido basado en estas artesanías ancestrales. Su diseñadora, Gloria Rodríguez, dice que acudió a las molas porque quería un vestido poco común, como sí lo era el traje tradicional antioqueño. Optó por combinar elementos de pollera -tema asignado en el concurso- con los trabajos tules. "La moda es retro -señala-. Se devuelve. Retorna a cosas de épocas pasadas".

Tomado de EL COLOMBIANO, noviembre 25 de 2007.

La mola: Creatividad y abstracción Cuna

Esta monografía es un aporte concreto al conocimiento de nuestro patrimonio textil vivo, siendo la móla no sólo una expresión plástica representativa, sino también una identidad cultural manifestada a través de la creatividad y abstracción del entorno y de la vida cotidiana de la comunidad Cuna. La móla es un signo, una forma de escritura, un sistema de significación en sí mismo y en relación con las demás prendas de vestir de la mujer Cuna. El trabajo nos muestra una visión retrospectiva de los usos indumentarios y una explicación de la función estética particular de la móla con la que los indígenas tratan de explicar y organizar simbólicamente su propio mundo.

Es una característica de la producción artística textil a través de la historia: la de ser en su gran mayoría completamente anónima, tejiendo los elementos propios de una cultura de manera genérica, así como, sus tipologías y estilos. La móla como forma de arte revela las ideas de la comunidad, la expresión artística del grupo al cual pertenece, siendo su elaboración una actividad de carácter familiar realizada manualmente, siguiendo la tradición Cuna, cuya producción está orientada a su uso cotidiano y se considera arte indígena en donde participan hombre y mujer por igual en cada pieza artística.

Esta sociedad como muchas otras fue afectada por el descubrimiento del Nuevo Mundo y ha estado en contacto con grupos foráneos desde hace cinco siglos: europeos conquistadores, misioneros, comerciantes y piratas; esto explica el nivel de aculturación en que se encuentra, producto de la influencia de agentes externos que han hecho que este grupo indígena haya modificado sus valores culturales. Fue una sociedad dominada física e ideológicamente por los españoles. El poder de los misioneros sobre las comunidades indígenas permitió abusos y transformaciones en el interior de los núcleos aborígenes; la imposición de nuevas creencias y la pérdida de los valores culturales propios. Uno de ellos: la indumentaria, el comenzar a cubrirse el cuerpo (vestirse), originó nuevas prendas, objetos y colores que son los que en la actualidad conocemos y que se consideran como características de la sociedad Cuna y se deben tener en cuenta como el punto de partida para comprender el origen y la importancia de la móla, como elemento significativo de este grupo étnico.

La descripción del traje demuestra que la indumentaria femenina, es la que mejor sintetiza los valores culturales originales. Esto es en parte el resultado de que la mujer Cuna se haya mantenido aislada en cumplimiento de la tradición. En cambio el traje masculino desapareció debido a la influencia constante y permanente de otras culturas.

La monografía describe claramente la tecnología empleada de acuerdo con la tradición a través del proceso de transformación en la fabricación de la móla y su relación con la blusa: forma, diseño, color, ubicación e incorporación de la móla en la blusa. También explica la fabricación y la forma de vestir de otras prendas fundamentales de la indumentaria Cuna, como el sabúred o falda, músue o pañolón, olasu o nariguera, los collaresy wínes o chaquiras que usan en los brazos y piernas: así como, la adquisición de la materia prima para su fabricación. Prendas, que se complementan con pinturas corporales, corte de pelo, forma de llevarlas, forma de comportamiento, color, cantidad y modo de uso que refuerzan su significación.

En este trabajo se empleó la semiología como base teórica para su desarrollo, considerando la móla como un objeto, un sistema de signos que responden a una organización mental, a una realidad inconsciente, base sobre la cual se analiza como estructura no verbal, siendo producto de un grupo de individuos que viven en un rico universo de signos y mensajes. La móla -imagen como signo, que no tiene origen utilitario solamente, sino que sirve también para significar una situación, para vestirse y posiblemente en alguna época, tuvo una función mágica, cuyas relaciones con el mito han ido desapareciendo progresivamente-. Para poder comprender el contenido o significado de una móla, es necesario penetrar y asimilar las formas allí contempladas; los elementos poseen significado por su relación con el contexto, el cual es a su vez, la relación que una móla establece con las demás. Es el pensamiento mítico que en ella cobra vida y expresa aspectos fundamentales de la filosofía indígena Cuna. El lenguaje de la móla son los colores y las formas a través de las cuales el individuo se expresa, se reconoce a sí mismo, se comunica, elabora, descubre y cumple una función estética. Las figuras y formas representadas son en principio una verbalización de uno o varios acontecimientos, lo que se logra, reuniendo ciertas formas y colores identificables. Toda móla consiste en una combinación de temas y motivos, es la unión de un concepto y un objeto material con un repertorio de signos, unas reglas de combinación y una selección de elementos que explicarían la estructura y función de la móla. Los mecanismos de producción de este lenguaje, la combinación y selección de colores, imágenes y prendas se ayudan para su comprensión con la semiología.

Los diseños en las mólas pueden ser geométricos, angulares o curvilíneos; en las composiciones se mezclan ambos estilos, predominando el geométrico o angular. Los motivos son abstractos o figurativos, siendo estos últimos, zoomorfos o antropomorfos. La representación de los objetos, sólo se encuentra en las mólas de San Blas. -Es característica la simetría y la asimetría en el manejo de las figuras y es menos frecuente la característica del desdoblamiento. Los diseños de mólas geométricas tienen nombres que no todos saben leer y estos mismos diseños se utilizan para la decoración de los wínes, los canastos, y los sopladores. Los dibujos son realizados sólo por los indígenas que poseen el conocimiento; actualmente estos diseños se basan en la copia de aquellos acumulados a través del tiempo o de diseños nuevos traídos de San Blas. Todavía se encuentran en la móla elementos indígenas como españoles, también se han adquirido algunos que no corresponden a la tradición. El contraste de los colores hace que sólo se perciba el color, en la móla, la forma no es independiente del color, el cual asociado al comportamiento, denota un sistema de valores y un significado simbólico. La selección de un-diseño color y forma no es una decisión arbitraria sino significativa, donde logran expresar sus sueños, mitos y misterios, por medio de símbolos, en un lenguaje que utiliza formas naturalistas y geométricas estilizadas.

Es incierto el origen de la técnica del apliqué, pero sí es certero, que el diseño de las mólas tiene que ver con la decoración corporal, dejando de ser con el tiempo la piel, la depositaria de los diseños, asumiendo esta función la tela, adquirida ahora en el comercio. Otro cambio de la decoración corporal al diseño gráfico en la móla, es que el diseño sobre el cuerpo o rostro no logra la misma significación que sobre la blusa; su fuerza necesariamente varía pero su significado es el mismo.

Según la mitología Cuna, los nombres de las mólas fueron dados por los dioses. La monografía recopila dibujos geométricos y un listado de los nombres usados por diferentes indígenas, en lengua Cuna y su traducción al español, especificando cuando un dibujo es igual al otro(s) siendo su nombre(s) diferente(s) pues la misma móla puede ser llamada de diversas maneras, lo cual implica que pueda tener varios significados semejantes u opuestos, se encuentran también diferentes figuras con el mismo significado. Todos estos elementos indígenas que tienen su explicación lógica ancestral y mítica y sobre los cuales no se puede reflexionar sin analizarlos en relación con los demás; el estudio de la móla se debe realizar paralelamente con el estudio de los productos considerados como artesanías: cestería, collares, wínes y sopladores.

La móla sigue un doble movimiento de conservación: la comercialización y el arte que se convierte en mercancías y el artista en productor de mercancías, adquiriendo como consecuencia la móla, una forma artesanal sin perder su valor artístico; con su circulación en el mercado Capitalista hay una pérdida del significado original, adquiriendo otro de acuerdo con las relaciones materiales de producción. La móla como objeto es portadora de una serie de significaciones sociales que denota el Universo Cuna y al cambiar su contexto sufre cambio en su significado y en su clasificación, a un estrato social antes inexistente. Toda una filosofía, una forma de vida y relación entre seres y objetos se transmite de alguna forma en estas telas de colores: los hechos culturales están siempre presentes en el contexto indumentario de la móla. Así se da un paso para la comprensión del significado de los objetos y su relación con niveles profundos de la cultura y del individuo. Se centra el trabajo en la móla como delimitación de lo concreto de un contexto social amplio ligado a una permanente confrontación.

El trabajo concluye que la comunidad Cuna hace parte de aquel conjunto de comunidades indígenas del país que se encuentran en un estado acelerado de extinción física y cultural. Añade que para comprender esta cultura se debe tener en cuenta las influencias que del exterior han llegado por diversos canales a través de diferentes épocas, alternando de alguna manera con concepciones propias unidas a la transformación de la cultura Cuna. Los individuos viven y transforman la cultura de su época hasta el punto que les es imposible conservar su identidad original. De cualquier manera, los artistas Cunas vivirán eternamente a través de este discurso en tela, de este lenguaje no verbal, donde han plasmado por años no sólo sus ideas sino también, la vida misma.

Móla en lengua Cuna significa ropa

Clara Inés Aramburo Siegert, Alicia Londoño Blair. Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología. Tesis de grado - 198

Surba Inna: Rito de iniciación femenina en la cultura Cuna - Tule

En este ritual ceremonial de la Surba Inna, hay dos momentos básicos: el primero narrado por Nevaquiriadi (que en el lenguaje Cuna quiere decir "madre del temblor") mujer Cuna-Tule habitante de la reserva indígena del caimán. El segundo momento, la fiesta ceremonial.


Relató Nevaquiriadi

"Los niños Cuna crecen libres al lado de sus padres, los cuales se encargan de enseñarles las labores cotidianas. El varón desde la edad de 7 años acompaña a su padre al monte y adquiere el conocimiento para cazar y pescar. La niña permanece al lado de la madre y aprende los oficios de recolección de frutos, preparación de alimentos, y la de confección de las molas (tejidos alegóricos a la cultura Cuna que usan en sus blusas) y los saburretis (faldas); la mamá de la niña la observa y está atenta cuando ella llega a la edad de 8 años, revisando su desarrollo corporal y detallando sus pechos buscando el brote mamario, éste se presenta como una pequeña bolita, que indica que la niña debe estar quieta y se le prohibe brincar, para que esta bolita no se le vaya a perder. La madre Cuna es orgullosa de tener una hija Cuna.

Año tras año, revisa constantemente los senos de la niña, los cuales crecen lentamente. En el momento de la adolescencia, aparece el obscurecimiento del pezón el cual se abre sobre la aureola, lo que indica que en un mes se desarrollará (tendrá su primera menstruación o menarca). La madre avisa entonces al padre, el cual va, en busca del cacique y le dice "ARBAE NOSA" (que significa "nos ha salido trabajo"), el cacique lo escucha y acepta la ley, luego sopla un enorme caracol que avisa a la comunidad, que se prepare para la celebración del rito, el cual tiene dos momentos diferentes; el primero donde la joven permanece en el SURBA y no se le deja ver de los miembros de la comunidad, sólo de su madre y las mujeres que le ayudan, y el segundo momento que es la gran fiesta, en la cual ella sale de la SURBA y preside la ceremonia ritual.

La madre prepara todo lo necesario para este acontecimiento como son las cocas de totuma, una tinaja y agua fresca. En la hora crepuscular, le coloca a la joven unos tizones apagados en la cabeza, y los cubre con un manto cuna, luego, es llevada a la maloca junto con su madre y otras mujeres que ayudarán en el ritual. La abuela de la joven la acuesta en una hamaca con toldillo, quedando encerrada y a oscuras. A la mañana siguiente llegan los hombres jóvenes de la comunidad trayendo hojas de palma, y danzando construyen, dentro de la maloca, el cuarto de los ritos llamado SURBA. En las horas del medio día, la joven es encerrada en el SURBA junto con su madre, y permanecen solas durante dos días, al cabo de los cuales, al anochecer, vendrán las otras mujeres para bañar a la joven, la cual está de pie y desnuda, le riegan el agua fresca traída del río en su cabeza y la dejan deslizar por su cuerpo, hasta caer al suelo donde han abierto un hoyo en el piso, que recogerá este baño con la sangre menstrual y evitará que salga de la SURBA, este baño se repite 8 veces. En la noche se sienta y posteriormente se acuesta en la hamaca, así cada día durante el período de la menstruación.

En la SURBA la joven sólo puede comer huevos, cangrejo, beber chicha dulce de maíz o plátano y debe evitar los alimentos que contengan sal, que sean espinosos, que tengan carne de monte, y sólo una toma al día en las horas de la tarde, además no debe ver ni ser vista por ningún hombre. El padre fermenta la chicha para la fiesta, (si la joven es de espíritu altivo, la chicha fermentará rápido), la cual puede ser de plátano, caña o panela. El avisa cuando está lista haciendo sonar un enorme caracol, para que lleguen todos a su casa. Es la ocasión apropiada para que se adornen con las joyas de oro y plata, las cuentas de chaquiras en los tobillos y brazos, además de lucir molas y saberretis nuevos. La gente de la comunidad se desplaza desde lugares distantes, ya sea a pie, a caballo o en sus cayucos (canoas) durante horas o días para asistir a la SURBA INNA.

Los hombres jóvenes y ancianos dialogan con el padre y hacen un homenaje al dios de los Cunas BATDUMAN (Padre Grande). La madre prepara en un calabazo limpio, plátano asado y huevos, además de chicha para un hombre joven, que va por 12 pepas de jagua, (fruto que servirá para extraer el zumo con el que se pintará a la joven) el cual, debe buscar el palo de la jagua en la selva, orientarse al sur de éste y treparlo por la izquierda. Así mismo, otro hombre joven va por dos cangrejos, son estos dos elementos: la jagua y los cangrejos, los que servirán de oráculo dando a conocer el futuro de la joven y le servirán de protección contra los malos espíritus. Es importante observar la posición de las jaguas en el árbol, si sueltan fácil, si se caen y así mismo se analizan los cangrejos, su color y cómo están ubicados al encontrárseles. Las jaguas las toman las mujeres acompañantes y las parten por la mitad con un cuchillo limpio, en ocho (8) movimientos lentos, observan la parte interna de los frutos y predicen el futuro de la joven. Con hojas de pijao y totumas de chicha se extrae el zumo de la jagua con el que se pinta a la joven desde la cabeza a los pies. Las mujeres que ayudan a la joven son las que primero toman chicha, tocan y bailan en esta primera fiesta.

Un segundo ritual es preparado a los dos días, la joven presidirá la ceremonia. En esta ocasión la madre le raspa el pelo, "una vez y luego otra vez, porque todo debe tener su pareja y hacerse par", luego le coloca un manto Cuna en la cabeza, y le enrolla una tira tejida de chaquiras en las muñecas y tobillos, luce un traje con la vistosa mola y el saburretis estampado en vivos colores, adorna su cuello con numerosos collares de pepas, dientes, monedas y luce la argolla nasal (OLO).

El personaje principal, por excelencia en estas fiestas, es el KANTULE o contador, el cual llega al lugar de la INNA ataviado con una corona de plumas y collares de colmillos de animales, acompañado de una flauta e inicia un recital que transporta el alma de la joven hasta el borde del mundo de los espíritus, donde moran los reyes de todos los animales. EL KANTULE y su séquito constituido por seis ayudantes entran a la gran maloca, con flautas y maracas hechas de finas cañas, huesos de águilas y de cráneos de armadillo, fuman sus pipas, queman cacao seco y tabaco en los braceros de cerámica y lo dan a oler a los invitados. El KANTULE se pinta con achiote los pies y la nariz para espantar a los espíritus malignos que acechan a la joven, luego prueba la chicha e inicia el canto; la joven ofrece 8 veces la chicha a las mujeres que la acompañaron en la SURBA, las cuales danzan al compás de las flautas y las maracas, simulando animales. Es en este momento del ritual, en el que la joven se transforma en mujer, dando así su primer paso maravilloso a la vida adulta "al asomarse al cielo de oro de los Cuna". La joven se para 4 veces al frente de los que danzan ofreciéndoles chicha, éstos interpretan con sus movimientos los ritos que los espíritus hacen al subir al cielo y recorren los senderos de los Kalus (espacios siderales donde viven las fuerzas de la naturaleza, los espíritus y los dioses). Algunos hombres de la comunidad son escogidos para vigilar que en la fiesta no haya peleas, ya que esto acarreará malos presagios para el futuro de la joven, de acuerdo a como se desarrolle la fiesta será el temperamento de la joven. La fiesta ritual debe terminar al día siguiente, luego de haber consumido toda la chicha, antes de que el sol se oculte, ya que éste es el guardián de la joven.

Tomado de GEOGRAFÍA HUMANA DE COLOMBIA VARIACIÓN BIOLÓGICA Y CULTURAL EN COLOMBIA (TOMO I), Instituto Colombiano de Cultura Hispánica.

domingo, 17 de febrero de 2008

Tule: La revolución y la controversia política

Dentro de la historia política de los Cunas, no puede dejar de mencionarse la revolución de Tule. Conforme anota el panameño Francisco Herrera, en su artículo de 1972 publicado en América Indígena, el levantamiento indio de 1925 condujo a una declaración de independencia y a la creación de la República de Tule, nombre tradicional de los Cunas. De acuerdo con el mismo estudioso, la rebelión surgió como una reacción necesaria para proteger los bienes económicos del grupo así como su patrimonio cultural. Este trozo de la historia cuna enseña, por un lado, la ideología de independencia que modela a los cunas y por otro el papel que han desempeñado sus congresos parlamentarios y sus autoridades tradicionales.

Después de 1903, cuando Panamá se separó de Colombia, algunas comunidades cunas debatieron la cuestión de su alianza entre Panamá o Colombia. Las preocupaciones del nuevo gobierno de Panamá por la lealtad de los Cunas aumentaron cuando el gobierno colombiano pareció estimular la división de los Cunas en torno a su alianza, invitando a Bogotá al jefe Innakinya. Consecuentemente, Panamá creó una Policía de Frontera, años más tarde llamada Policía Colonial, que tenía entre sus tareas la de lograr "la reducción y civilización de las tribus indígenas de la costa de San Blas". Así lo manifestaron miembros de la Asamblea Nacional en 1910 por conducto del doctor Ramón M. Valdés. Los métodos, sin embargo, no fueron los más apropiados, ya que, según anota Francisco Herrera, los destacamentos policiales efectuaron demostraciones continuas de fuerza que implicaron humillación a la dignidad personal y a la cultura Cuna.

Las reacciones ante tales hechos, y posiblemente otras circunstancias, condujeron no solamente a la rebelión Cuna, sino también a la declaratoria de independencia como la República Tule. Entre las circunstancias que contribuyeron al suceso de Tule se anota la asesoría y el respaldo del estadounidense Richard O. Marsh, quien en 1910 era funcionario de la embajada de su país en Panamá y de 1922 a 1925 recorrió el Darién y San Blas. No obstante, anota Francisco Herrera que la situación estaba dada y Marsh fue solamente un agente precipitador.

Es cierto que algunos científicos sociales llaman "efímera" a esta declaratoria de república indígena, sosteniendo que Panamá no reconoció nunca su existencia, al firmar, por el contrario, un tratado de paz. Pero este mismo hecho, así como lograr que el gobierno nacional reconociera la validez de sus reclamaciones, enseña el éxito extraordinario de su autodefensa cultural. En todo el conflicto, además, disputaban dos tendencias: una la aceptación de la cultura occidental; otra, su rechazo; ambas con sus líderes, asesores y adeptos.

Los resultados inmediatos del suceso de Tule fueron la reafirmación de la autonomía política interna de los Cunas y el afianzamiento de signos externos de su identidad cultural, como el uso, por las mujeres, de la mola y el anillo nasal.

Grupo étnico indigena: Tule o Cuna


Ubicación Geográfica
El pueblo Tule o Cuna encuentra ubicado en el golfo de Urabá y la región del Darién, específicamente en la zona de Arquía (Chocó) y el municipio de Necoclí (Antioquia), donde reciben la denominación Ipkikuntiwala. Pero la mayor parte de la población se halla en las islas de San Blas (Panamá), lugar considerado como el "territorio madre". Allí reciben la denominación Makilakuntiwala.


Población
En Colombia hay 1.166 tules o Cuna, que ocupan un área 10.087 hectáreas, con un clima húmedo tropical que presenta niveles de precipitación calculados entre 2.600 mm y 3.280 mm por año.

El río es su principal punto de referencia para construir vivienda; por ello sus pautas de poblamiento corresponden al denominado modelo lineal, es decir, pueblan a lado y lado del curso de los ríos (Arquía y Caimán).

Estas comunidades indígenas tienen una constante interacción con asentamientos de colonos negros, antioqueños y cordobeses, con quienes sostienen básicamente relaciones comerciales. Las diferencias entre las comunidades ubicadas en Colombia y las que se ubican en la Islas de San Blas son marcadas, pues las segundas presentan un mayor grado de modernización. Son comunidades que cuentan con servicios de salud, escuelas subsidiadas por el gobierno panameño y administradas por los indígenas, calles trazadas, luz eléctrica y la mayoría de indígenas son bilingües y alfabetizados. A pesar de las diferencias, las relaciones entre unos y otros son buenas, manteniéndose lazos familiares y fraternales muy fuertes.

La población Tule o Cuna ha padecido de graves problemas de salud que han diezmado a la población; la tuberculosis, el paludismo y la parasitosis intestinal son las enfermedades más comunes, pues los servicios de salud siguen siendo muy deficientes.


Lengua
La lengua de los Tule o Cuna pertenece a la familia lingüística Chibcha. La etnia no reconoce diferencias lingüísticas notables entre las comunidades que se hallan en Colombia y las comunidades de la Islas de San Blas.


Etnohistoria
Históricamente los Tule o Cuna han sufrido procesos de desplazamiento y adaptación muy marcados. Su primera migración se produce durante la época de la conquista y la colonia, cuando fueron expulsados del río Atrato por los Emberá, quienes los obligaron a desplazarse y refugiarse en la costa. Posteriormente, durante el siglo XVII, la etnia queda sometida como colonia comercial por parte de españoles, franceses e ingleses, convirtiéndose en proveedores de cacao; hecho que generó una fuerte tensión interétnica, pues los Tule se vieron obligados a relacionarse con otros grupos étnicos, antes rivales, para poder sobrevivir.

Las primeras misiones se inician sobre el siglo XVII con el establecimiento de las órdenes franciscanas y carmelitas. La influencia de la religión aún se mantiene, sobre todo en la parte de Arquía, consiguiendo desterrar prácticas ancestrales como las relacionadas con los rituales fúnebres, para sustituirlas por cementerios. (Los indígenas enterraban a sus muertos debajo de las viviendas como un símbolo de permanencia). De igual forma, se han integrado prácticas cristianas - como los rezos, la imagen de Cristo y de la Virgen María - en los rituales propios de la etnia.

Los procesos de inmigración de colonos se producen especialmente a comienzos del siglo XX, cuando se da la separación de Panamá. Colonos antioqueños, cordobeses y chocoanos van restringiendo el territorio Tule, engendrando problemas relacionados con la tierra. Uno de los acontecimientos más interesantes de la etnia se concentra en la Revolución Tule de 1925 contra las autoridades panameñas, ante las atrocidades y masacres cometidas contra la etnia. El acontecimiento es recordado por los indígenas durante las fiestas, en donde se expulsa simbólicamente a los opresores.


Cultura
Tule significa "gente" y consideran al cerro Tacarcuna como el sitio original de donde proceden. Su tradición mítica narra que del cerro se dispersaron hacia la región del Darién y por el archipiélago de San Blas. Su cosmogonía cuenta que el mundo fue creado por Páptumat, "como un gran disco formado por doce capas, cada una habitada por seres particulares y cuya naturaleza es diferente. Los indios se vinculan con el creador a través de Ibelel, héroe cultural que les enseñó las actividades y las instituciones sociales".

Ibelel, quien recorre el mundo en barco dentro del sol, es una especie de vigilante de la conducta de los hombres. Lo que observa de anormal lo comunica al creador Páptumat, pero los hombres pueden actuar para evitar que el mensaje sea enviado. De igual forma, Ibelel es considerado el responsable de los cambios de la naturaleza, de los animales y de los hombres.

Tras la venida inicial de Ibelel, Páptumat también creó once Neles para que vivieran entre los Tule, los protegiera y los socializara; también se les encargó la tarea de enseñar, junto con Ibelel, la cultura. El mundo donde vivimos se denomina Olowitariabili, debajo del cual existen cuatro capas más, siendo la última capa la del río; el río conduce a la casa de Páptumat.

Los Tule conciben tres tipos de chamanes: los Nele, los Inatuledi y los Absogedi. Los primeros son de mayor jerarquía, adquiriendo su estatus por nacer con características especiales, como puede ser el cordón umbilical enrollado en el cuello. Los "elegidos" son sometidos a un duro aprendizaje que incluye aprender técnicas y concepciones sobre las enfermedades, mitología y toda la tradición oral del grupo. Los segundos, Inatuledi, logran su estatus por aprendizaje y están encargados de curar las enfermedades llamando a los espíritus. Los Absogedi, son expertos en prevenir las enfermedades y en controlar que las mismas no se propaguen. El chaman conoce la naturaleza del hombre y de los animales, conoce su comportamiento y, en el caso de los animales, conversa con sus "dueños" y los visita. Sabe por qué se produce una enfermedad, e impone tabúes alimenticios y sexuales para regular el equilibrio de la comunidad y del medio ambiente.

Los chamanes manejan tres conceptos fundamentales en la práctica: Purba, que significa como el alma o principio animado del ser humano, de los animales, de las plantas, de los fenómenos naturales; Kurgin, que representa a un sombrero de oro que sirve para atrapar a los malos espíritus durante la curación de una enfermedad; Igala, que es el camino a seguir para el tratamiento y cura de una enfermedad.

Dentro de ese complejo sistema de representación, las celebraciones se dan como tributo a la mujer, por ser quien transforma al hombre de una etapa presocial (durante el período de gestación) a una etapa social, cuando nace y se convierte verdaderamente hombre. La primera celebración, denominada Asu maket inna, comienza a los dos años de nacida la niña con la perforación de la nariz para la imposición de la nariguera de oro, artefacto conocido como Olo. Posteriormente, con motivo de la menarquia, las niñas celebran dos fiestas. La primera, Surba Inna, se presenta cuando ocurren los primeros cambios fisiológicos de la niña, y la segunda, Naboed Inna, se da tres años después. En ambos rituales las niñas son encerradas en un cuarto construido especialmente para la ceremonia y debe someterse a prácticas como cortarse el cabello, que simboliza la pureza, privarse de comer carne, entre otras cosas.


Vivienda
Son construcciones de tipo rectangular que siguen un patrón de asentamiento lineal, donde las viviendas se ubican a lado y lado de la orilla del río. Se caracterizan por ser espacios grandes, que tienen la posibilidad de albergar a más de cuarenta personas de varias familias.


Organización Socio-política
La familia, extensa matrilocal, es la unidad social básica de los Tule o Cuna. Está compuesta por la pareja, sus hijos e hijas solteros, sus hijos e hijas casados, los esposos de éstas y la descendencia. Con el pasar de los años esta estructura matrilocal se ha transformado, estableciéndose una residencia neolocal (la familia vive en el terreno por ellos definido), sobre todo en la parte correspondiente a la Islas de San Blas, donde la nueva familia conformada abandona a los padres de la mujer. Dicha transformación responde a la escasez de tierra para cultivar en la zona del archipiélago, lo que ha obligado a las nuevas unidades familiares a desplazarse hacia zonas con menor densidad de población o áreas de trabajo asalariado.

Con relación a la organización social del matrimonio, éste es un asunto que concierne a los padres de la pareja. Existe referencia de comunidades en donde se ha querido introducir el noviazgo gracias a la influencia de la evangelización, pero la participación del grupo familiar en el arreglo del matrimonio sigue siendo una realidad en la etnia. La separación o disolución del matrimonio no ocasiona pagos de indemnización a la familia de ninguno de los cónyuges. La separación se produce cuando el varón decide abandonar la vivienda que comparte con su esposa y decide volver a la de sus padres. Los hijos de familias disueltas quedan en manos de la madre y el padre pierde toda forma de control sobre ellos. También hay casos de hombres que se van a vivir con viudas y luego contraen matrimonio con ellas.

El sistema de parentesco conserva formas tradicionales de relación, con profundos lazos. Buen ejemplo de ello es que la mujer que oficia un parto crea parentesco con el niño nacido con su ayuda. Dentro de la estructura de parentesco no se hace diferencia entre los hermanos del padre y de la madre, ni entre los hermanos biológicos y los primos paralelos y cruzados. A todos se les llama hermanos. De igual forma, los descendientes de segunda generación reciben el mismo término que le corresponde a los nietos: wakua.

En ocasiones se marca distinción entre parientes lineales y colaterales agregando el vocablo sunat "cerca". También se hace diferencia en términos de dirección, es decir, se marca diferencia entre hermanos mayores y menores. De mayor a menor se utiliza el término ia, de menor a mayor se utiliza el término surpa. Cabe aclarar que los términos sólo se usan entre hablantes del mismo sexo. Para el caso de las herencias, éstas se logran por parte del padre o de la madre. Los hijos adoptivos no heredan de sus padrastros o madrastras, sino que heredan de sus padres cuando quedaron huérfanos. En el momento en que son adoptados, existe la obligación de mostrar los terrenos a los cuales tienen derecho. Las propiedades se transmiten de padres a hijos solamente; cuando la tierra es muy pequeña, la herencia es compartida por los hermanos, evitando su fraccionamiento.

Los derechos sobre una propiedad pueden ser duales, es decir, un indígena puede ser dueño de la tierra, mientras otro puede ser dueño de los campos de maíz o del recurso animal. Estos derechos son comunes entre parientes o entre indígenas que han trabajado e institucionalizado su amistad. Cabe resaltar, que aunque en las comunidades colombianas son comunes los préstamos de tierra o de implementos para trabajarla, es prohibido arrendarla o venderla.

En cuanto a su organización política los Tule presentan un sistema descentralizado el cual opera en dos niveles: las comunidades y las familias extensas. En el primer caso, hay que recordar que la etnia es fragmentada en asentamientos que funcionan de forma autónoma en su aspecto organizativo, con un jefe local, saila, sobre el cual no hay ninguna otra autoridad. En el segundo caso, la descentralización se da al interior de cada aldea por intermedio de las familias extensas, las cuales funcionan también de forma autónoma en cuanto a decisiones económicas y sociales. Se da el caso de alianzas entre dos familias extensas a partir de matrimonios o residencias contiguas, las cuales se institucionalizan a través de rituales de amistad.

En las comunidades la figura del Saila cumple una función primordial. Son voceros de iniciativas de las cabezas de familia, corrige y, de cierta forma, administra justicia cuando un miembro de la comunidad comete actos delictivos como hurtos, adulterio, relaciones prematrimoniales y no casarse. Son los encargados de citar a congresos, donde se exponen y discuten los problemas tanto de la etnia como de la comunidad. Los congresos son escenarios interesantes porque no sólo sirven para discutir y dar solución a los problemas; también son espacios que regulan la autoridad de los sailas, cuyas decisiones no son autónomas, de tal suerte que un jefe local puede ser cuestionado y reprendido cuando su comportamiento no es acorde con sus funciones. Un saila puede ser reprendido cuando no cumple bien sus funciones por no conocer la tradición oral, no consultar antes de una obra, no ejercer como es debido la autoridad ante una falta, favorecer a un familiar. Estos funcionarios son elegidos por los hombres en los congresos que se organizan. Su período es vitalicio, aunque se pueden retirar por decisiones personales, por incapacidad senil o cuando se han cometido faltas graves. Cada saila tiene a su disposición un alkal, que es una especie de alcalde que le colabora en algunas funciones como jefe local. Hay otros funcionarios entre los que cabe mencionar los polis, quienes se encargan de detener a los infractores, avisar a la comunidad en caso de convocatoria y, finalmente, vigilar y administrar algunos elementos que son propiedad comunal.



Sistema de Producción
La principal actividad económica de la etnia se concentra en la horticultura, actividad que se complementa con actividades de pesca, caza y recolección de frutos. Dentro de los productos cultivados está el plátano, la yuca, el fríjol, la caña de azúcar, el ñame, el cacao, la malanga y el maíz. La actividad agrícola está destinada básicamente a la subsistencia y autoconsumo.

Al igual que otras etnias, los Tule manejan el sistema de tala y quema, el cual pasa primero por un proceso de desmonte. La vegetación selvática se tumba en los meses de febrero y marzo y se procede a su quema; la siembra se produce durante el mes de abril, en una tarea que efectúan tanto hombres como mujeres. El terreno cultivado se deja descasar durante varios años, permitiendo que se renueve el manto vegetal. Esto es posible gracias a que la densidad de población en las comunidades es baja, permitiendo una siembra itinerante. Es importante anotar que los indígenas reconocen la existencia de dos estaciones básicas - seca y lluviosa - las cuales condicionan los ciclos agrícolas.

Finalmente, actividades como la pesca y la cacería son complementarias al trabajo agrícola. Para el caso de la caza, aunque fue una fuente alimenticia importante en el pasado, es una actividad que se ha visto mermada ante el agotamiento de algunas especies.


Tomado del sitio Web Etnias de Colombia.

martes, 12 de febrero de 2008

Los huitoto

Huitoto, uitoto o mejor witoto. Las tres maneras de escribir el nombre tienen un significado peyorativo, utilizado por el hombre blanco para identificar a esta población indígena del sur del departamento del Amazonas, que, por imposición, se acostumbró a ser llamada y reconocida de esta forma y no por su verdadero nombre: Murui Muinane.

Los murui muinane

Con una población aproximada de 6.000 personas, los murui muinae habitan el sur de la amazonía colombiana, entre los ríos Putumayo, Igará Paraná, Caraparaná y Caquetá; los diferentes dialectos, mika, minika, búe y nipoode, dependen de la zona donde están ubicados.

Su organización social se basa en casas multifamiliares o malocas, que están habitadas por los padres y sus hijos varones con sus respectivas familias, cada cual con unas funciones: cantor, chamán, preparador de coca y aprendiz de la tradición, hijas célibes y otros conjuntos cíe parientes.

El jefe o dueño de la maloca constituye la máxima autoridad de ella. Esa autoridad está basada en el saber tradicional y en los tipos de rituales que promueve. Él es el responsable de la seguridad cósmica y práctica de grupo; debe prevenir las enfermedades, propiciar buenas cosechas y garantizar suficientes animales para la caza. Es la figura principal de los rituales de la siembra, de la recolección del maní, de la cacería, del 20 de julio, del día de San Rafael; patrono de la tribu, de la resurrección y de la navidad. Toda actividad social tiene su rafue (palabra), que constituye la condición para que se dé su correcta ejecución; como la ceremonia del mambeadero, que se realiza en la parte central de la maloca, en la cual diariamente se ingieren en forma ritual las plantas sagradas de coca y tabaco.

El sistema económico de los huitotos se fundamenta en la agricultura, la recolección de ciertos alimentos y la pesca, en la que participan los niños y las mujeres, y donde se emplean arpones, anzuelos, machetes o trampas; en determinadas épocas del año se organizan pescas colectivas que consisten en envenenar el agua con una planta especial y así capturar decenas de peces. La caza es otra forma de conseguir alimento y es llevada a cabo por los hombres de la tribu. Antiguamente se utilizaba la cerbatana, la lanza y otras armas blancas para cazar, pero en la actualidad se usa cada vez más la escopeta. El cazador es apoyado generalmente por perros y durante la noche utiliza linternas; las presas preferidas son los puercos, los venados y pequeños mamíferos como el borugo y la guara. Entre las aves se obtienen loros, tucanes y guacamayas.

En los alrededores de las casas se cultivan árboles frutales y yuca brava y dulce, que se transforma en “casabe” y se consume en forma de bebida ritual o doméstica. También se siembra ají, aguacate, maní, caimo, umarí y en ocasiones maíz, que se utiliza para alimentar a las gallinas y otros animales domésticos; con algunas fibras de los árboles se fabrican hamacas y se tejen canastos. La mujer se encarga de la siembra y la cosecha de los productos, con excepción de la coca (jibiyú), el tabaco y otras plantas psicotrópicas, que son sembradas y recogidas por los varones.

Vender y comprar coca o tabaco es profanar un rito sagrado para los huitotos. Talar árboles y cazar animales indiscriminadamente, tomar más de lo necesario o hacerlo sin tener en cuenta que se debe preservar, es afectar a la madre naturaleza, aquella que nos da la vida y nos brinda lo necesario para vivir. Un Murui Muinane no desperdicia, trabaja, utiliza y agradece todo lo que tiene.

La hoja que hace hablar

En la noche, cuando la sombra borra las distancias, cuando todos los mundos se hacen presentes, los abuelos Huitotos recorren los caminos de los sueños despiertos usando las plantas de poder”.

Fernando Urbina Rangel, Amazonía, naturaleza y cultura.

Tomado de la revista Agenda Cultural, núm. 149, julio de 2003

domingo, 3 de febrero de 2008

La Fundación Vida y Futuro llevará a cabo en Pereira La Feria Artesanal Nacional “COLOMBIA MIA”.

Del 30 de Abril al 11 de Mayo, en la ciudad de Pereira, la Fundación Vida y Futuro llevará a cabo en Pereira La Feria Artesanal Nacional "COLOMBIA MIA", la cual contará con la participación de 130 expositores a nivel regional y nacional, en donde podrán encontrar en un sólo escenario la artesanía más representativa del país. La fecha de cierre de inscripción es el 14 de Marzo de 2008. Para mayor información puede visitar la página http://www.vidayfuturo.org/

martes, 29 de enero de 2008

La Feria de Artesanías Exportables en Cartagena

Cien artesanos representativos del país muestran su ingenio creador en la VIII Feria de Artesanías Exportables, que organiza la Galería Chica Morales, en el Hotel Almirante Cartagena Estelar.

Se trata de una muestra seleccionada con énfasis en la creatividad de Colombia: integra tejidos, bordados, pinturas naturales, arte precolombino, vitropinturas, vitrofusiones, cerámicas, perlas, joyas, diseños, modas, óleos basados en elementos étnicos, entre otros.

Se destacan las artesanías ancestrales de los indios Waunama de las selvas chocoanas, las hamacas de San Jacinto, las pinturas de Oswaldo Heynero, las vitrofusiones de Lorena Vitraux, el Taller de Agua, las obras de Tatiana Bustamante, Patricia Aragón, Sutay Rodríguez, los accesorios de Mónica Henao, los diseños de María Constanza, Carmiña Batik, Lina Baena, Doris Herrera, María José Juliao, Miriam Ospina, entre otros.

Además de ser un formidable espacio expositivo, la feria logra convocar a creadores y artistas interesados en redimensionar lo natural hacia nuevos lenguajes estéticos.

lunes, 28 de enero de 2008

Grupo étnico indigena: Bara

Ubicación Geográfica
El pueblo Bara se ubica en la parte nordeste del Amazonas, exactamente en el departamento de Vaupés, ríos Colorado, Papuyurí, Yapú, Inambú, Macucú y Tiquié.

Población
También conocidos como Barasana del Norte "gente de paz", su población se estima en 96 personas. Están dividios en los siguientes clanes: Waimasa, Wamutañara, Pamoa, Bara. Wañaco y Bupua - Bara.

Lengua
La lengua pertenece a la familia lingüística Tucano Oriental.

Cultura
Para la mayoría de pueblos que habitan la región del Amazonas, el uso de plantas sagradas se constituye en un elemento fundamental dentro de su vida cultural y social. El Yuruparí es el ritual más trascendental porque rememora los orígenes y revive los elementos esenciales de su cosmovisión.

Vivienda
Al igual que otros pueblos de la zona, el pueblo Bara vive en malokas, que son al mismo tiempo espacios de vivienda colectiva, como espacios rituales.

Organización Socio-política
La estructura sociopolítica del pueblo Bara responde a un complejo sistema de organización jerárquico, repartido en linajes patrilineales. Sin embargo, dicha estructura se viene modificando paulatinamente, debido a la presión de los colonos en la zona, que los han obligando a adoptar formas de organización totalmente opuestas a las tradicionales. Por ejemplo, en la antigüedad el poder recaía sobre el chamán o curaca, quien no sólo regía los destinos espirituales de la etnia, sino que también tomaba todo tipo de decisiones de trascendencia. Su forma de organización política está sustentada en el cabildo, cuyos miembros son elegidos por un período de un año.

Sistema de Producción
La economía está sustentada en la horticultura, anotando que en toda la región del Amazonas se carece de modelos de desarrollo adecuados al contexto sociocultural. Los cultivos siguen el esquema de roza, quema y siembra, en áreas donde predomina la siembra de yuca, ñame, chontaduro, banano, ají, caimo, aguacate, piña, papaya, calabaza, lulo, marañón. Se complementa con actividades de caza, pesca y recolección de frutos silvestres.

Trabajaré por los valores y la autonomía territorial”: Cacique Zenú


El cacique electo del Resguardo Indígena Zenú de San Andrés de Sotavento de Sucre y Córdoba, Nilson Zurita Mendoza, indicó que su campaña para ser elegido se basó en la autonomía que se merecen las autoridades de dicha organización para gobernar en los 14 municipios que la integran.

Afirmó que para alcanzar dicho cargo no entregó dádivas y que fueron sus planteamientos los que convencieron a las comunidades, la cual pide más respeto y acciones de beneficio.

Expresó el líder indígena que otro de los puntos fue la defensa de la identidad cultural, por la cual, según él hay que trabajar fuertemente para su mantenimiento.

Dijo que fue una elección democrática, porque así lo estaba pidiendo el pueblo Zenú y porque así está contemplado en los estatutos de la organización indígena.

Precisó que una de las proyecciones del pueblo Zenú era encontrar la proyección de la democracia, porque desde hacía 7 años no votaba.

Resguardo Indígena Zenú de San Andrés de Sotavento está constituido por 217 cabildos ubicados en 14 municipios de los departamentos de Córdoba y Sucre. De acuerdo con la constitución Política de Colombia y el Convenio 169 de la OIT, los territorios de los pueblos indígenas tienen autonomía para ejercer su propio gobierno, derecho a una jurisdicción especial territorial.

Las comunidades indígenas zenues, poseen una fuerte tradición agrícola y una amplia agrodiversidad de cultivos que sustentan su soberanía alimentaria y su cultura. Actualmente conservan y cultivan más de 25 variedades criollas de maíz y poseen una amplia cultura culinaria a base de este alimento sagrado; es por ello que se consideran “hijos del maíz”.

El Resguardo Indígena Zenú, fue creado bajo escritura real número 1060 de 1773 con un área de 83.000 hectáreas, de las cuales 56 mil 459 pertenecen al departamento de Córdoba y 26 mil 551 forman parte del territorio de Sucre.

Los municipios que conforman el Resguardo son: San Andrés de Sotavento, Sincelejo, Sampués, Toluviejo, San Onofre, Colosó, Tolú, Palmito, Chimá, Chinú, Ciénaga de Oro, Sahagún, Purísima, San Antero y Momil.

Para acceder al territorio del Resguardo se puede llegar desde Montería, por la carretera a Lorica a una distancia de 96 kilómetros o por la vía de Chinú a 102 kilómetros. Desde Sincelejo, se puede llegar igualmente por la vía de Chinú, a una distancia de 60 kilómetros.

La historia precisa que antiguamente la región de San Andrés de Sotavento estaba habitada por aborígenes de la región Caribe, en tierras del litoral. Los descendientes de este grupo étnico se clasificaron en dos familias básicamente: las de Barlovento denominadas Caribe y las de Sotavento llamadas zenues. Los Zenúes tenían dividido su territorio en tres grandes provincias: Finzenú, Panzenú y Zenúfana y estaban organizados en cacicazgos.

La escasez del agua en el Resguardo es una limitante para la producción agropecuaria y un gran problema en cuanto a la salubridad se refiere. En la zona se hacen pozos o jagüeyes en los que se recoge el agua lluvia, llamada también agua del cielo y de ahí se proveen las casas para el uso humano. De tal manera, que si no llueve, no se tiene agua en las comunidades.

En el año 2002 los habitantes de esta etnia padecieron fuertemente por este problema. Las cosechas se perdieron y como consecuencia, muchas familias tuvieron muchos problemas para alimentarse, ya que la economía es de subsistencia. En ocasiones el agua se trata con cloro y así se consume. Esto ha generado gran variedad de enfermedades en la población.

En el Resguardo Indígena Zenú de San Andrés de Sotavento de Sucre y Córdoba el agua es probable que tenga precio, pero el valor que se le da es incalculable. En esta zona, se puede decir que la hidrografía es nula totalmente. Si llueve se hacen arroyos que son muy pasajeros.


Economía del Resguardo
La cestería es la principal actividad económica de la comunidad, de la cual reciben la mayoría de los ingresos y en la que participa toda la familia. El proceso de la cestería incluye desde la recolección de la palma, hasta la venta del producto terminado.

Entre las cesterías se encuentran productos elaborados tales como: maletas, petaquillas, canastos, escobas, abanicos, pulseras y el famoso sombrero vueltiao. El material que usan para sus artesanías es la palma que sacan de la caña flecha y la napa sacada del tronco de la misma.

Desde pequeños, los niños aprenden a trenzar, con miras a mantener viva la identidad cultural desde su artesanía: aquí los niños aprenden a hablar al mismo tiempo que trenzan. Pero es necesario, que sus aspiraciones no sean truncadas con los bajos precios que les ofrece el comercio.

El comercio de la cestería lo hacen los hombres con la ayuda de las mujeres. Estas en el hogar desempeñan junto con las labores domésticas, el trenzado y teñida de la palma, lo mismo que la recolección de algunos productos alimenticios. Los niños traen agua y trenzan. Últimamente las mujeres han tomado conciencia de su participación en el hogar y ya se deciden a vender sus productos y algunas determinan con sus maridos la inversión de su venta.

Así mismo, en los últimos años la comercialización del Sombrero Vueltiao comenzó a gran escala y hoy por hoy es el producto artesanal que más venden los miembros de la etnia Zenú